Karim Benzema


Hay personas que nacen con estrella, individuos que sin saber por qué, hacen cosas extraordinarias. Pero en este mundo gobernado por el hombre, ese extraño ser que ni es dios ni es bestia, se gestiona mal a los diferentes, pues suelen ir acompañados por una tentación destructiva muy humana, la envidia, o un pecado muy pagano, la veneración.

La diferencia requiere de fortaleza porque lo distinto siempre genera esfuerzo por su comprensión. Lo diferente asusta, obliga. Lo que es normal, no requiere de elevación, de análisis. Si es común, es lógico y si es lógico se entiende con facilidad.

Si se es diferente y noble, lo que se necesita es protección, paciencia y sabiduría de los que te rodean para no ser sometido por la tiranía de la normalidad. No hay mejor protección que la de aquel que te quiere porque sabe cómo eres y que iría contigo a todas las guerras por feroces que puedan ser.

Decía el romano Ulpiano que la justicia es la voluntad constante y mantenida de dar a cada uno su derecho. Es decir, dar a cada uno lo suyo, lo que le pertenece, lo que es de él. En definitiva, ser justo es actuar en y con justicia.

Para Karim su protagonismo es de segundo plano porque sabe renunciar a los parabienes y los elogios en beneficio de sus acompañantes. Quien rehusa de ello es el que se da cuenta de que el todo es la suma de las partes, y que todos son para uno, y uno es para todos, y que en la verdadera unidad hay lugar para los que tienen estrella, porque es en ese espacio protegido donde más brilla su luz.


El minuto 43 del partido de vuelta de Semifinales de la Copa de Europa de 2017 que se vivió ayer en el Vicente Calderón, quedará ya por siempre en la memoria de los amantes de los distintos. 

El diferente se había quedado otra vez solo, a expensas de sus contrarios, a la espera de que sus detractores reafirmaran su necesidad de estandarizar al rebelde. Por un instante el mundo se ralentizó. El cántico se volvió silencio, y la recta línea del campo se hizo curva para el elegido.

Lo dispar se impuso a la lógica de lo común. Lo singular superó a lo plural. La perdiz escapó de los bretones, el gato esquivó a los dóberman. La luz se distinguió de la oscuridad y el intenso brillo de su noble genialidad fue la chispa que encendió el gol que asestaba el golpe definitivo a la normalidad.

Merci, monseiur.











Damián Macías
Director de La Parte Contratante 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pongámosle matemáticas a la fragmentación política

La Constitución Española en manos de Sánchez y del PNV, ¡Mon Dieu!

Iñaki Azkuna in memoriam